viernes, 18 de marzo de 2011

FAMILIA MAZZINO VALLE, LA FUERZA DEL TRABAJO.


El primero que llegó a Chile fue su hermano Juan Mazzino Valle. Venía del pequeño pueblo de Scogorno, provincia de Génova. Su horizonte, probar suerte por estas latitudes, autoexiliado de su patria ante los horrores provocados por la II Guerra Mundial. Corría 1949.

Egidio, siete años menor, permaneció en Italia con sus padres Stefano y María Luisa y Carlota Yolanda, su hermana mayor. Ya en Chile, Juan ancló en Santiago para trabajar con un primo también extranjero que llevaba varios años afincado en estas tierras. Por un tiempo la capital se transformó en punto de partida para compenetrarse con la nueva cultura que lo recibía y a la que iría conociendo con el paso del tiempo. Pero los designios cambiaron y había otro destino.

Después de tres años emigró a Valparaíso con serias intenciones de independizarse para lo que compró un negocio en el pasaje Quillota, que ya no existe, donde con un socio temporal inauguró dos bares, "Roma y "Alpino".

LARGA TRAVESÍA
Nueve años después de su arribo a Chile, en 1958, y tras la muerte de don Stefano, Egidio Mazzino Valle desembarcó también en este puerto; su hermano lo mandó llamar. Dejó atrás sus estudios y su trabajo en talabartería a lo que no se dedicaría nunca jamás. También quedaron en la otra lejana orilla su mamá y su hermana, y dolorosos episodios post guerra en los que la escasez abundaba. Eran tiempos difíciles, pero Egidio con estoicismo aprendió a contentarse con lo que había, lección de vida que después le ayudaría a convertirse en próspero y reconocido empresario gastronómico.

La travesía de 31 días en barco que emprendió desde la lejana Europa a sus jóvenes 17 años, cuando poco le faltaba para la mayoría de edad, la tiene latente en su memoria. Primero el Mediterráneo, de Génova a España, Portugal y de ahí al Atlántico hasta tocar continente americano. Venezuela, Curazao, Colombia, el Canal de Panamá, de nuevo Colombia, pero esta vez en puerto sobre el Pacífico; Ecuador y Perú hasta pisar suelo chileno. Primero Arica, de ahí Antofagasta y finalmente el ansiado Valparaíso.

Dispuesto a emprender las tareas que su hermano le tenía destinadas, se vinculó de inmediato a los negocios de Juan. El ambiente de los bares poco le gustaba, pero el espíritu de trabajo y el empeño por salir adelante eran superiores.

SOCIOS INSEPARABLES
Desde ese tiempo Juan y Egidio se convirtieron en socios inseparables. Todas las iniciativas las compartían y ambos le ponían el empeño suficiente a fin de que la decisión de haber dejado atrás a su patria y a su familia querida, tuviera realmente un profundo sentido. Como buenos inmigrantes, el trabajo era su pasaporte para asentarse en tierras lejanas y no echar tanto de menos a los que habían quedado lejos.

Después de años lidiando con los bares Juan decidió arriesgarse con una pastelería. La llamó "Moderna" y estaba en plena plazuela Ecuador. Egidio se hizo cargo, y ahí se sentía más a gusto que en los locales nocturnos. Después, en el año 60, se entusiasmaron con comprar la fuente de soda "Marco Polo" de Pedro Montt, cerca de la avenida Francia.

En ese entonces, el local era la cuarta parte de lo que es hoy. Los hermanos se dedicaron por completo al lugar al punto que hoy es uno de los restoranes, si se quiere, patrimoniales de Valparaíso. El alma, la vida y el tesón de los Mazzino Valle le impregnaron al lugar que no sólo se hizo conocido por las delicias italianas, todas elaboradas y producidas por ellos. Spaguettis, lasagna, canellonis, gnoquis, panzottis y pizzas comparten la carta con carnes, pescados y mariscos, sandwiches y platos caseros, si se quiere también para llevar.



CRECE LA FAMILIA
El entusiasmo puesto por ambos se materializó en diversas ampliaciones al restorán de las que los frecuentes parroquianos asiduos al lugar fueron también testigos y que, obviamente celebraban a la par; esto hacía que Egidio pasara gran parte de su tiempo en el local lo que le permitió conocer a Mónica Saieg, hija de un inmigrante árabe que tenía un negocio de confección y venta de ropa justo al frente.

Pololearon un año y se casaron en 1968. Al año y meses nació su primer hijo, Giorgio, que estudió arquitectura y hoy uno de los grandes pilares de su padre en el negocio de la gastronomía, especialmente desde hace seis años, cuando falleció Juan. También su hija Daniela, ingeniera en marketing, colabora con su papá. Solo Alessandra, ingeniero agrónomo, no ha optado por este rubro. Igual con Giorgio, Egidio comparte la profesión de arquitecto; con él formaron una empresa inmobiliaria, con la que se dedican a hacer locales comerciales.

38 años de matrimonio cumplieron Egidio y Mónica. Ella, como buena dueña de casa, se dedicó su vida a cuidar de la familia y aunque guarda algunas costumbres árabes que de vez en cuando sugiere en la mesa, son más las tradiciones italianas las que prevalecen en el seno familiar.



DE VISITA EN CASA
Aunque nunca se vinculó estrechamente con la colonia italiana, Egidio educó a sus hijos en la Scuola de Valparaíso y siempre participó en forma activa en las actividades del colegio. Conservando aún con fuerza el acento italiano mantiene el idioma como lengua "oficial" en su casa y, de la misma manera se ha preocupado de llevar a su descendencia a conocer los recónditos lugares donde nació.

Ocho veces ha visitado Italia, las callecillas de Scogorno las ha recorrido con hijos y algunos de sus cuatro nietos, siendo testigo del paso del tiempo que en quince años transformó a su pueblo natal en una ciudad con ganas de prosperidad.

DE OCIO EN OLMUÉ
Aunque alguna vez se sintió atraído por Santiago, Valparaíso terminó por cautivarlo definitivamente y de aquí no se piensa mover, ni siquiera para abrir una sucursal de su restorán. Esa ya sería tarea para sus hijos si ellos quieren porque Egidio aspira a jubilar a lo menos en un par de años y así poder disfrutar a concho la parcela que tiene en Olmué adonde corre a relajarse, apreciar las bondades del campo y obviar a ratos el tráfago del negocio al que va todos los días y nunca cierra, a excepción del primero de enero. De vacaciones las prefiere en los meses de junio o julio, siempre y cuando tenga la certeza que el establecimiento sigue funcionando con todas las de la ley.

VOLVER A GéNOVA
No descarta la posibilidad de volver a visitar Génova el próximo año, aunque ya no sería lo mismo porque su mamá, María Luisa, murió el 2005. Varias veces su progenitora vino a verlo a Chile y se encantaba con la vida que sus hijos y sus nietos llevaban acá pero nunca transó su lugar de origen.

En Italia permanecen su hermana, algunos primos y varios sobrinos. Sin duda, la tierra llama.

Por Fernanda García
El Mercurio de Valparaíso.
Martes 26 de diciembre de 2006

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